2020 y la Vida que debe madurar sin perder la inocencia del amor

2020 y la Vida que debe madurar sin perder la inocencia del amor
Que este año lleguemos sanos y salvos al año que viene

jueves, 19 de enero de 2012

Nota de desempeño












¡Lo que les debo a todos ustedes! A los que siempre están, y a los que alguna vez hacen el esfuerzo de mandarme palabras y aliento, o desaliento -ya sabemos quién es este último, y también le agradezco, me hace pensar-

Estaba en la casa oscurecida para la siesta, por el calor, además, pero no podía dormirme y descansar mi acostumbrada hora diaria.

De pronto una idea, mejor dicho una ilusión casi fanática, me hizo levantarme de la cama: quería hacer con mis propias manos un vestido, un vestido precioso para mi hija.

Yo no coso más que ruedos de pantalones o faldas, no sé casi nada de ese oficio mágico, cuando de tus manos sale algo que antes no era más que un trozo de tela, un trapo sin utilidades.

Tengo el recuerdo difuso de haber leído en Virginia Woolf una descripción de una mujer cosiendo, del estado meditativo que desciende sobre ella. No sé si fue en… ¿Al faro? Pero lo busco en esa novela y no lo encuentro por ningún lado; de pronto surge el fantasma de alguien que oye cantar a los pájaros en griego, y ahora estoy segura, es en La señora Dalloway; lástima que ya no tengo ese libro.











En la noche el silencio para mí es como que da pasos el papel donde está escrito tu nombre. La oscuridad es la escritura de aquellos que velan dulcemente mi insomnio de Fin de Año, y a pesar de que los años y los meses cambian de nombre de continuo, yo descifro en la sábana en sombras la eternidad del tiempo.

Empiezo a caminar por la casa, confundida, errática, diciéndome que están esperándome laberintos, abracadabras, difuntos, fantasmas. Diciéndome que soy pequeña, que mi bastón apenas es un fósforo encendido por miedo de niña, y la casa que tiene enredadas memorias de doncella me busca.

Sí, me busca la casa antes, un poco antes de las doce de la noche, y yo la sigo cuarto por cuarto en una solitaria procesión que persigue la divinidad de no sé qué Todo. Escucho los ruidos acercarse, pregunto: “¿Es la paloma, es el murciélago, es el topacio que cayó de los libros de versos; qué sonidos son éstos?







No hay comentarios:

Publicar un comentario