2020 y la Vida que debe madurar sin perder la inocencia del amor

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Que este año lleguemos sanos y salvos al año que viene

jueves, 15 de agosto de 2013

los mostros crecen

A veces el viento desparrama no sólo las hojas donde escribo sino también todas mis palabras, las mezcla y las arrastra. A veces quiero escribir sobre Shakespeare, Cervantes y García Márquez y el viento amontona hojas secas -de mi vida. Suele decirse en charla de vecinos: “No aclares que oscurece”, por eso no quiero aclarar el artículo del miércoles pasado. Sólo deseo decir que mi aspiración era hablar de García Márquez como resultado de la historia de la literatura, García Márquez innovador y clásico, hijo de Shakespeare, de Cervantes y de algunos pocos más, o tal vez precursor de ellos a la manera borgeana: leer a G G M es prepararse para la lectura de gigantes oyendo hablar a otro, otro que encontró el tono de narrar en cómo contaba su abuela, y con la cara de palo con que contaba. -Eso quise decir, pero no pude- Y hoy no me siento bien, aunque por nada del mundo dejaría de comunicarme con ustedes. Mi brazo está vestido con una tela negra y en la muñeca una pulsera de porcelana gris y rosa alumbra mi mano, que en este instante no es la mía.

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