En el caso de las máquinas egipcias, acertar significaba que las cuatro estatuas de Nefertiti se convertían en fuegos artificiales, después en polvo, después desaparecían, y si el lugar donde esas imágenes habían estado era ocupado por otras que coincidían con el cuadro general en cierto orden predeterminado -por ejemplo si salían desde la izquierda dos serpientes y había quedado una del cuadro original en el centro, se marcaba otro puntaje, mucho más alto, que se iba sumando al anterior. Pero a la vez, como de nuevo habías acertado, una a una las tres serpientes se hacían otra vez fuegos artificiales y luego polvo y luego nada, y quedaban los cuadrados vacíos que se iban rellenando con otras imágenes. Aunque ahora quizá no salía nada que respondiera a la exigencia del juego; y así fue: salió una máscara acá, lejos, una momia, mucho más lejos, un unicornio; es decir nada.
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