

Pero ella todavía está conmigo y sus ojos dorados se ponen verdes los días de tormenta.
De cómo me convertí en bruja (cuento, señores, es sólo un cuentito)
La máquina producía imágenes, ríos de diamantes, de tótems, de máscaras africanas, animales extraños, elefantes adornados para festivales hinduistas, el Ganges y sus creyentes y sus cenizas; la máquina producía también al conde Drácula y su corte de bellas paliduchas, y cosas comunes y corrientes como comidas en el parque, como vientos que soplaban y se llevaban cosechas, como lluvias que volvían y devolvían la cosecha.



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