2020 y la Vida que debe madurar sin perder la inocencia del amor

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Que este año lleguemos sanos y salvos al año que viene

lunes, 22 de noviembre de 2010

Creatividad degastada

















Esta moda fue llevada a cabo gracias a la industrialización, es decir, a la aparición del ferrocarril, medio de transporte utilizado por las altas clases burguesas para desplazarse hasta las playas.

Los primeros trajes de baño siguieron el mismo diseño de los trajes de calle, es decir, unos trajes complicados y a los cuales les sobraba bastante tela, lo cual los hacía un poco incómodos a la hora de moverse entre arena y olas. Se tiene conocimiento de un traje de baño de color verde, con forma de vestido y con flotadores en los hombros, este traje, del año 1810, pertenecía a una dama de alta alcurnia.

La reina Hortensia, en el año 1812, lucía el primer traje moderno de baño en ese verano, anteriormente había llevado un traje de baño de tafetán, el nuevo traje estaba hecho con punto y era de color chocolate, bajo una túnica de manga larga que cubría una camisa bordada, llevaba un pantalón a la turca, ceñido a los tobillos, y en el pelo una carlota inspirada en el gorro de dormir.

Este modelo hizo época, constituyendo el arquetipo de trajes de baño hasta finales del mismo siglo. Inspirado en la lence´ria, pero sin confundirse con ella, el traje de baño femenino del siglo XIX estaba totalmente exento de cualquier connotación erótica o sensual, aunque este intento resultase fallido cada vez que la bañista se metía en el agua, ya que al mojarse, el traje se le pegaba al cuerpo, revelando crudamente las formas corporales, lo cual resultaba un poco indecoroso. Para neutralizar este equívoco se utilizaron colores poco favorecedores y oscuros, tras el chocolate del traje de baño de la reina Hortensia, vinieron trajes de baño en color marrón, gris oscuro, negros para las viudas...

El primer traje de baño, fue un taparrabos velado que utilizó una cortesana egipcia, de nombre Tais, para darse un chapuzón junto con Alejandro Magno y todo su ejercito, estando todos los hombres en cuestión desnudos.

También se trató de cambiar el material, ya que los trajes de baño de punto eran poco adecuados, pues colgaban al mojarse. Se buscaron, por lo tanto, materiales pesados, como la franela o la sarga. Para incrementar la caida se añadieron plomos a las túnicas, y posteriormente para mantener el ensanchamiento de las prendas se usaron enaguas cortas llamadas "enaguas de lavandera", las cuales eran fruncidos de tafetán fino. Aún así, estos trajes continuaban siendo bastante feos, y por lo tanto poco seductores a la vista de los caballeros.

Unos mosaicos del siglo IV de la villa siciliana de Plazza Amerina representan a diez jóvenes de familias acomodadas bañandose en una piscina, jugando a juegos de pelota o practicando ejercicios físicos con un traje de dos piezas: calzón y banda sostén (llamado strophium) no podemos estar seguros de si estos atuendos cotidianos habían sido creados especialmente para el disfrute de juegos náuticos. La gracia de los movimientos corporales de estas figuras hace pensar que se trata de una exhibición coreográfica.

En realidad, desde que se había tenido que proteger el pudor para bañarse en público, se había recurido de forma natural al uso de las prendas prácticamente iguales a las interiores habituales, según fuesen los criterios de cada época. (desde la camisa de antaño hasta el tanga actual, las prendas de baño siempre han sufrido la influencia de la lencería).

Otro de los motivos por los que los baños de mar se hicieron tan populares fueron las virtudes terapéuticas asociadas a estos desde la antigüedad. Las civilizaciones Griega, Romana o Egipcia las acreditaban constantemente. En el siglo XIX los médicos y doctores recuperaron esta sabiduría ancestral a favor de sus pacientes, recomendándoles tomar baños para prevenir y curar numerosas afecciones. Este hecho fue aprovechado por las damas de clase para mostrar su elegancia y buen gusto en la playa, luciendo modelitos que han persistido hasta hoy en día en numerosos grabados de época.

Otra de las facultades otorgadas a los baños de mar era la cura de la rabia de cuerpo y espíritu, en una correspondencia privada de madame de Grignan fechada el trece de marzo de 1671, madame de Sévigné alaba los méritos de los baños de mar y proclama las virtudes de estos con las siguientes palabras: "Hace ocho días que madame de Ludres, Coétlogon y la pequeña Romiroi fueron mordidos por una perrita que más tarde ha muerto de rabia. Suerte que Ludres, Coétlogon y Romiroi han partido esta mañana para Dieppe para darse tres baños de mar". Una edición de principios del siglo XVIII del diccionario de Academia da la siguiente definición de la palabra "bañar": "Los que son mordidos por los perros rabiosos se van a bañar al mar". Es más, desde finales de ese mismo siglo, el cuerpo médico empezó a considerar que una breve inmersión en el agua de mar podía ser beneficiosa para un cierto número de afecciones.

Eminentes especialistas crearon listas exhaustivas enumerando las diferentes enfermedades sobre las que las virtudes curativas, nuevamente redescubiertas, podían ejercer algún tipo de mejora. Se recomendaron baños de mar para enfermedades de anemia, casos de afección del sistema nervioso, de dolor y debilidad, resultado de fracturas, esguinces o luxaciones, también para el asma crónico y todas las enfermedades de la piel.


A partir del siglo XIX el número de bañistas que acuden a tratar sus dolores es cada año más numeroso. Los baños de mar estaban particularmente recomendados a las mujeres de ciudad, mujeres de vida sedentaria e incomodadas por sus vestidos a la moda que no les permitían hacer movimientos y no les proporcionaban ningún sentimiento de libertad. Los baños estaban también recomendados a niños pálidos, de piel fina, decolorados en cierto modo por la estancia en las grandes ciudades.

El agua marina tenía una buena reputación mineral, a causa de los principios salinos y terrestres de los que está compuesta. Es decir, que tomar baños puede restablecer y aumentar la energía vital del individuo. En el año 1840 los baños de una duración determinada eran considerados como tónicos y buenos para la salud.

La primera guerra mundial modificó profundamente la relación existente entre el individuo y el mar, provocando una gran trasnformación. Se pasa de una terapéutica dirigida a las clases elististas a una terapéutica de masas, un mayor número de personas acuden a bañarse a los mares y costas y el mar se convierte en un tesoro apreciado por sus cualidades tanto curativas como de descanso y relajación. Esta aproximación por parte de los individuos de clases modestas hace que el mar se convierta en algo más cercano y se le comiencen a dedicar hasta caricaturas humorísticas, en las que se suele comparar los tipos de constituciones físicas, siendo retratadas mujeres corpulentas al lado de mujeres sumamente delgadas.

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