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Se está derritiendo la nieve de la primera nevada que contemplé en mi vida si exceptúo la que asombrosamente ocurrió en Buenos Aires -donde nunca nieva- el 9 de Julio del 2007. Y no eran estos copos, eran más pequeños que las manos de los niños que alegremente intentaban formar un muñeco.
Hoy es lunes al mediodía, el miércoles es mi cumpleaños, y yo esperaba que fuera entonces que la blancura me festejara. Pero no.
A la una de la mañana, hoy empezaron a descender sobre los árboles aureolas enormes, de luz blanca y muy suave en la noche.
Yo tenía la chimenea encendida -había alimentado el fuego durante toda la jornada; había visto transformarse esos alucinados gusanillos de brasas en salamandras, había hablado con ellas. Después tomé un libro y me puse a leer hasta que leí en el aire oscuro esa escritura nívea.
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