
Esquizofrénica, porque mi teoría incluye las máscaras, máscaras que la gente guarda dentro de sí -campesino medieval, rey, soldado, esclavo, señor feudal; pretenciosa, porque no soy ni psicóloga ni historiadora. Pero, a la vez, he descubierto que muchos de ustedes prefieren que les hable como si yo fuera un individuo particular -y a veces lo soy, con locuras, ideas e imágenes particulares y no siempre “científicas” más que como un editorialista de ceño fruncido, mucha profundidad ceremonial y erudición.
Paso a explicar mi idea de los tiempos que confluyen en todos nosotros: cuando mantengo una relación de cualquier tipo -afectiva, comercial, etc.- descubro que en ese alguien conocido a veces aparece el hombre de las cavernas; otras, el torturado existencialista de la mitad del siglo XX; otras, el refinado, exquisito señor, o señorita, del siglo XVIII Y muchas veces, también, pero esto no entra dentro de mis “estudios”, que no abarcan el futuro, el tecnólogo bastante duro de entendederas para todo lo humano de fines del siglo XXI -tal vez sea prejuiciosa al expresarlo así, y pido perdón por el prejuicio.
La pregunta
Como la idea se originó aproximadamente durante mis veinte años, arrastro desde entonces datos de una extraña encuesta. Pregunto -no muy a menudo, sólo dos o tres veces por año recuerdo mis especulaciones-: ¿en qué época te hubiera gustado vivir?
Las respuestas suelen ser muy curiosas, y lo más curioso es que, en su mayoría, los que todavía están en su primera juventud se remontan a la infancia del hombre -cazadores nómades y pintores de cuevas-, y los adultos a la Edad Media con sus oscuridades y su Renacimiento, y los ancianos al siglo XIX y al XX.
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