2020 y la Vida que debe madurar sin perder la inocencia del amor

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Que este año lleguemos sanos y salvos al año que viene

viernes, 8 de julio de 2011

El report

Una sombra rondaba la puerta del palacio y yo la vi, se parecía ligeramente a un hombre y sus manos anudaban un pedazo de madera. Se agachaba para hacerlo, y el viento le desparramaba los cabellos que se parecían a las cenizas sucias del hogar de mi padre, cada invierno. De su boca brotaban palabras en un idioma que yo podía comprender sin entender el tono, y que eran una música triste -para mí, que nunca escuché música triste- o eran el sol cuando de pronto deja la ventana de mi palacio vuelto nube. "Las palabras se han hecho para cantar", pensé en ese momento, "los rostros se han hecho para mirar con una sonrisa, los ojos para brillar bajo la luna, divinos peces dorados del lago de la noche".

La verdad, no sentí simpatía aquella vez por esa figura de hombre o animal que quebraba la ley de la armonía, las dulces reglas para amar que había en mi palacio.



























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