









Mi corazón estaba muy alejado de las cosas reales y es por eso que intentaba escribir cuando era joven.
Había cosas sencillas que me hubiera gustado tener, como la concentración de un contador en sus cálculos, de un abogado en sus alegatos, de la vendedora que empaquetaba con tanta habilidad los objetos que yo compraba diciendo que eran "para regalo".
Había llenado mi cuarto de objetos para regalo, envueltos, que jamás se me ocurría abrir hasta pasados unos cuantos años, a cuyo contenido ya le había perdido el rastro.
Si existía en aquella época alguna sinceridad en mí, era que quería, que anhelaba, que deseaba con toda mi alma saber quién era yo, yo misma, y los seres que seguramente me rodeaban, me aguardaban detrás de la burbuja-o de la torre de marfil, pero torre de marfil es decir mucho para alguien como yo, que no era siquiera una escritora en ciernes.
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