2020 y la Vida que debe madurar sin perder la inocencia del amor

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Que este año lleguemos sanos y salvos al año que viene

domingo, 24 de junio de 2012

Torrido



Vino Lola, mis sueños de continuar esa especie de autobiografía amorosa para “disfrute” de algunos de ustedes se interrumpió.


Lola no quiere recuerdos de pasiones sino juguetes y juegos apasionados por frenéticos, con su año y medio largo y sus ojazos que hablan más todavía que ella misma. Mi nieta hizo entonces que no pudiera cumplir lo prometido, pero, ¡alégrense!, me dio tanta felicidad y tanto encanto que tal vez escriba mejor cuando lo haga.  


Hicimos una casita en el jardín, con la que fuera la cucha de nuestra querida perra Polka. Esa casita ahora contiene muñequitos, libros de cuentos adaptados -casi sólo dibujos- como “La niña que iluminó la noche”, o un libro de Ema Wolf llamado “Cómo Berta conoció a su gato”, que se los recomiendo, para todos los niños de 1 a 90 años, como dicen los anuncios de los circos.


Pero no dejo del todo de cumplir mi promesa: en lugar de la continuación les transcribo una especie de prólogo que llevan mis memorias, y todavía inconcluso, pero que es un adelanto especial para ustedes, mis amorosos lectores, mis amados.  


 

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