




Afortunadamente, en la Argentina muchos ciudadanos mayores de 30 años son vivo ejemplo de estas afirmaciones, con una presencia creciente en las aulas universitarias, que viene registrándose desde hace algunos años. Es tan destacada que ya la reflejan los datos del Ministerio de Educación: los estudiantes mayores de 30 años constituyen el 16,2 por ciento en las universidades estatales y el 18,5 en las privadas.

Aunque las motivaciones son, por supuesto, muy distintas en cada estudiante, esta vuelta a los estudios superiores en todos los casos significa cumplir un deseo postergado o seguir la que finalmente se descubre como verdadera vocación. Dos situaciones se plantean y son de destacar: el hecho de que no hay tope en la edad para cursar, recibirse y hasta trabajar, y el que los estudios se hagan de manera mucho más profunda y comprometida, porque ya no hay que satisfacer mandatos familiares ni sociales: es el puro gusto de estudiar lo que se quiere el que guía el esfuerzo.

Porque hay, a no dudarlo, mucho esfuerzo puesto en concretar y llevar hasta el final estos segundos estudios. En general, ya hay una familia que depende del trabajo de estos nuevos estudiantes, o compromisos profesionales que no se pueden eludir. De manera que todo se duplica y muchas veces hay que sacrificar horas de sueño o de ocio para cumplir con trabajos prácticos y exámenes. Sin embargo, nada es lo suficientemente desgastante como para desanimarlos.

Hay, por último, un aspecto importantísimo: la interacción que se establece entre ellos y los estudiantes más jóvenes, aquellos que están en la edad justa para cursar. Los adultos se transforman, muchas veces, en ejemplo de esos jóvenes compañeros, además del hecho de poder compartir con ellos experiencias y conocimientos propios de sus carreras anteriores.

Como siempre, la sociedad argentina depara situaciones paradójicas. El alto número de profesionales que deciden continuar sus estudios contrasta con el de los jóvenes que no pueden terminarlos porque sus familias no pueden ayudarlos económicamente o porque son ellos los que deben salir a trabajar para ayudar a sus familias. Sin embargo, el deseo de estudiar y de ir más allá sigue estando en unos y en otros, y debe ser alentado desde todos los ámbitos educativos, porque demuestra que la educación sigue siendo, a pesar de todo, un valor superior para los argentinos.

UN PEQUEÑO APORTE DE CONOCIMIENTO:
ESTOS SON LOS CRAPULAS QUE TERMINARON LA UNIVERSIDAD¡¡¡MAMA MIA!!!
KKK DE MIERDA.
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