2020 y la Vida que debe madurar sin perder la inocencia del amor

2020 y la Vida que debe madurar sin perder la inocencia del amor
Que este año lleguemos sanos y salvos al año que viene

sábado, 3 de julio de 2010

en el amor no vale ser valiente


Juno, si en desprecio tuyo
Venus ofende a los griegos,
   

¿cómo tú no los defiendes  
quejosa de tu desprecio?
Acuérdate que, ofendida
de Paris, a nuestro acero
 


le fïaste tu venganza.
 Acuérdate que sangrientos  
por ti abrasamos a Troya,
cuyo no apagado incendio
 


hoy en padrones de humo
está en cenizas ardiendo.
 Si por haberte vengado  
tantos males padecemos,
remédianos, Juno bella,
contra la deidad de Venus.



(Cantando.) A tus fortunas atenta,
 ¡oh nunca vencido griego!,  
Juno tu amparo dispone
y yo de su parte vengo.
 

Este ramo que te traigo
de varias flores cubierto,
 hoy contra Circe será 
trïaca de sus venenos.
 

Toca con él sus hechizos:
(Deja caer un ramillete.)
desvaneceranse luego
como al amor no te rindas.

 Que con avisarte desto  
ya la obedezco; y batiendo
las alas rompo los vientos.


Hermoso aliento de Juno,
 no desvanezcas tan presto  
tanto aparato de estrellas,
tanta pompa de luceros.
 

Espera, detente, aguarda
que te sacrifique el pecho
 estas lágrimas, que lleves  
en señal de rendimiento.

 Ya las esparcidas luces  
va doblando y recogiendo
hasta perderse de vista
 por las campañas del viento  

 Ya no hay que temer de  
los encantos, pues ya veo
tan de mi parte los hados,
tan en mi favor los cielos.

 A sus palacios me guía; 
verasme vencer en ellos
sus hechizos y librar
a todos mis compañeros.
 

No es menester que te guíe  
 a sus ojos; que ella, haciendo  
salva a tus peligros, sale
al son de mil instrumentos.


En hora dichosa venga
hoy a este palacio hermoso
el griego más generoso
 que vio el sol, donde prevenga  
blando albergue y donde tenga
dulce hospedaje; y atento
a sus fortunas, contento
pueda en la tierra triunfar
 de la cólera del mar 
y de la saña del viento.
 

Felice, pues, fuese el día
que estos piélagos sulcó;
felice fuese el que halló
 abrigo en la patria mía;  
y felice la osadía
con que ya vencer presuma
en tranquila paz, en suma
felicidad inmortal,
 ese monstruo de cristal  
siempre escamado de espuma.

 Que yo, al cielo agradecida  
pues ya mis venturas sé,
de tanto huésped daré
 parabienes a mi vida.  
Y así, a tus plantas rendida
con aplausos diferentes,
vengo a recibir tus gentes
hurtando en ecos süaves
 las cláusulas de las aves,  
los compases a las fuentes.
 


Y porque al que el mar vivió
lo que más en él le obliga
a sentir es la fatiga
 de la sed que padeció  
(¡quién sed en tanta agua vio!),
a traerte aquí se atreven
los aplausos que me mueven,
en señal de cuán piadoso
 es mi afecto, el generoso  
néctar que los dioses beben.
Bebe y sin pavor ninguno
brinda la gran majestad
de Júpiter, la beldad

 de Venus, ciencias de Juno,  
de Marte armas, de Neptuno
ondas, de Dïana honor,
flores de Flora, esplendor
de
Apolo y, por varios modos,
 porque en uno asisten todos,  
bebe y brinda al dios de Amor.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario