











Para el amor más crudo se necesita un cuerpo como presentación y ojos que alguna vez se vayan para ser recordados, y sonrisa sin sueño desde el sueño de ser alguien posiblemente amado.
Se precisa sentir con todas las personas que están adentro de uno, y el mar ser una de las personas, otra la montaña, y una tercera la belleza más sutil de una llanura en llamas. Para el amor más crudo no se necesita plato, o a lo sumo el plato del mendigo que come las sobras de la vida y las manzanas de los dioses.

Una tenue llama persiste eternamente de lo que fuimos para todas las cosas y en especial para el amor. Si alguien mira observando, pero viendo, el fondo hueco de la mañana, o el vaso claro de la noche, podrá beber aún el amor.

En caso de un amor más sereno, el trabajo de encantamiento es, paradójicamente, mayor: anotar los sobrantes del día que se fue, números y formas de la eternidad, habitar en el mismo lugar de una antigua strega de agua y divinidad, o de un gnomo.

Pero también puede amarse de la manera más sensata: sin dolor dibujar una palabra que haga de veces de nombre del Amado o Amada; dibujar una palabra con hilos, con hebras, como quien hace un nido, si es pájaro, para casarse y convivir .
Otra fórmula no podría brindarles yo, porque una vez rogué que no fuera escrito aquello que por escribirse se pierde, se fuga corriendo, no es sagrado. Por otra parte, se irá desvaneciendo cada línea que escriba la persona en su búsqueda de amor, no quedará ninguna, cuando vea los ojos de su princesa o de su príncipe aparecer en el papel.
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