

Los libros venían a mí, yo no los buscaba. Caían en mis manos como si ellas fueran redes y ellos peces redondos y sonrientes. Probaba algunas páginas de todos.


A algunos les encontraba el sabor de mi hambre, los devoraba varias veces. Así, pesqué uno de bello título, "El Bosque de la Noche", y cuya autora tenía un nombre extraño, Djuna, Djuna Barnes, y era amiga de T. S. Eliot, uno de mis poetas de la mesa de luz.


Pasé mucho tiempo junto a él; tenía una intensidad extraordinaria aunque, a mi modo de ver de entonces, empezaba algún tiempo después de su comienzo, al menos en el capítulo 2 -y aquí, ven, se juntan tiempo y espacio, y el espacio es el libro de Djuna Barnes.


Poco pude averiguar de ella antes de perderla y no encontrarla nunca más hasta hace dos años: Era una mujer alta y pensativa, y vi una foto con su lindo perfil, y creo que murió en México, además.


Nada me costaría actualmente apelar a Wikipedia para saber algo más, pero prefiero mantenerme en el misterio.
Y de misterio es lo que voy a contarles.
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