2020 y la Vida que debe madurar sin perder la inocencia del amor

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Que este año lleguemos sanos y salvos al año que viene

martes, 11 de septiembre de 2012

Punto muerto




La lectura en desorden no garantiza ningún conocimiento, pero alrededor de ese lector desordenado se va tejiendo una. El adjetivo de la palabra capa lo inscribí conscientemente; lo que sí tengo que aclarar es que la magia en este capa mágica llamada con apresuramiento cultura literaria. El adjetivo de la palabra capa lo inscribí conscientemente; lo que sí tengo que aclarar es que la magia en este caso no se pesa en oro sino en chatarra.



Y advertir además que la chatarra también es útil, increíblemente, en un mundo tan descascarado: rellena. Yo leí -y leo- durante años y años los libros que casualmente fluyen hacia mis manos, creo haberlo dicho ya. A veces fluyen otra vez, y otra vez, y otra vez, entonces, en algunas ocasiones, descubro fascinada que “he descubierto” a su escritor: podría completarle las frases, sabría cómo termina su cuento, etc.



Seguro que tal prodigio que me traen los días es pura ilusión, e inmodestia, por decir lo menos. Pero el momento -”mágico”, de nuevo- en que parece alumbrar en mí una lámpara que enfoca todo el perfil de una persona es uno de los que considero mi Paraíso.


Después se pierden esos momentos; ya no recuerdo por ejemplo cómo era conocer la mirada de Proust, el primer piar de sus pájaros en la mañana en el Bulevar de los Tilos en París; o los terrores de Dostoievsky jugándose sus últimas novelas, apostando fama y amores por última vez. Eso sí, nunca había descifrado el verdadero y poderoso rostro de mi querido Borges.

Sentía que se escondía, que me hacía trampa o bien que su escritura era tan transparente que no ocultaba más que gloria infinita.  


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