 
 Me entusiasmé tanto con esta última parte del tratamiento que, habiéndome sentado apenas me levantaba, casi al amanecer, en ese sitio, oscurecía, y me sentía convocada por la luna y la brillante estrella situada justo arriba de ella -que dicen que es el Diablo- y me quedaba algunas horas más. O corría mi asiento hacia el balcón y allí permanecía más próxima aún al cielo y al palacio.
Me entusiasmé tanto con esta última parte del tratamiento que, habiéndome sentado apenas me levantaba, casi al amanecer, en ese sitio, oscurecía, y me sentía convocada por la luna y la brillante estrella situada justo arriba de ella -que dicen que es el Diablo- y me quedaba algunas horas más. O corría mi asiento hacia el balcón y allí permanecía más próxima aún al cielo y al palacio.
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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