El mantenimiento de esa granja le costó la cabeza, para resumir un poco, porque a Luis XVI le cobraron otras deudas, no la de vestidos de campesina: gastos de relojería, por ejemplo. Y, con todo, no estoy hablando de la Revolución Francesa.
Mi tema es más modesto; es la simplicidad. Sea como fuere, en algún momento hasta los reyes quieren ser sencillos, experimentarla.
Desde lejos atrae, pero más atrae a los que empezaron buscándola desde el comienzo, a los que se enamoraron de esta Dulcinea.






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