2020 y la Vida que debe madurar sin perder la inocencia del amor

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Que este año lleguemos sanos y salvos al año que viene

domingo, 8 de diciembre de 2013

Laburo en serio

Esta santa que enhebra hilos blancos para coser un vestidito de fiesta, es ella. Entre sus dedos pasaron los días, comiéndose entre sí. Sus dedos escribieron también cantos de amor, de muerte, de frío. 

Ella estuvo en todas partes, fue un puñado de piedras arrojadas pero además una enorme roca plantada en el desierto. Ahí llegaron los visitantes amorosos. Se pregunta otra vez qué es el amor. No quiere ser moralista ni sabia ni decir ingenuamente que el amor es este vestidito que está cosiendo para su nieta. 

No son los pelos blancos los que le impiden la falsedad, ni ninguna costumbre de no mentir. Es como si naciera recién que quiere saber qué es el amor para llevárselo a la tierra de la noche, o de la nada, cuando muera. Y escribe entonces un largo un inútil tratado para estudiar lo que fue el amor en ella, más allá de su vida amorosa. Antes reflexiona de dónde viene, quién es, ella misma quién es. Extraño no saberlo con certeza. 

Si todo tiene que estar en orden ha pensado muchas veces que si Van Gogh vestido con su traje de viejo de la bolsa, el que solía usar a menudo, llamara a su puerta, no le abriría. Y es porque nació en un prolijo y simétrico pueblo donde los pecados son motas de polvo y la virtud tan solo significa que cada uno ocupe su lugar. Y los hogares son pequeños paraísos organizados y las calles forman manzanas perfectamente cuadradas de cien por cien.

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