Las letras que componen la familia de palabras de la muerte: morir, muertos y otras, tienen un peso inútil. Lo que vive es lo que cuenta, aun atravesado, destruyéndose; lo que huye, lo que es de nube, vive. Por eso la serpiente que repta sobre un alma parte sus colores en los colores de la sombra o la pena pero inscribe el dolor en esa vida.


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