2020 y la Vida que debe madurar sin perder la inocencia del amor

2020 y la Vida que debe madurar sin perder la inocencia del amor
Que este año lleguemos sanos y salvos al año que viene

jueves, 19 de enero de 2012

PASOS AL COSTADO






Abro mi consultorio

Ya estuve lista para abrir mi mansión de adivinanzas.

Mis ojos se abrían por la mañana buscando en la ventana el gris ominoso o el claro día, o el viento que empujaba una hoja que se pegaba al vidrio, y yo leía en sus nervaduras las líneas de una mano muy antigua, que era quizá de Dios, y ya sabía los frutos que me traería el día. Es decir, sabía también por la lectura de esas líneas quiénes vendrían a consultarme.





Necesidad de amar













Cuando el joven Eros partió de mi vida, yo intenté dedicarme a la hechicería. Sí, quise ser una bruja consagrada, una augurante de días bellos o terribles.

El Joven Eros había apoyado su cabeza en mis rodillas, había dejado la forma de su cabeza en mi falda y un cabello de oro, me había abrigado siete inviernos y dorado siete veranos, y de pronto levantó la cabeza y se fue hacia las flores jóvenes, divinas. Iba con la mirada baja, sin embargo, llevando toda la oscuridad que había absorbido de mí.

El cabello de oro lo usé para iniciarme en brujería. Lo puse bajo mi almohada y me dormí, y entró en mis sueños una niña perfumada que se convirtió en sombrilla, sombrilla que se convirtió en el sol, sol que se convirtió en toda la hierba, y por esa hierba caminé y me perdí, hasta despertar finalmente. Cuando desperté, estaba comiendo una ciruela...

De ahí en más me entrené pidiéndole al viento pájaros que me trajeran mensajes secretos de los niños, pidiéndole al sol un fósforo pequeño para iluminar mis noches sobre las cunas y los rostros de los niños. Y me puse a arrullar, a acomodar las mantas y las sábanas y a soplarles los besos de la nodriza ausente que, tal como Eros partió, ella había ingresado a mi alma cuando sus pechos se durmieron extenuados.